domingo, 4 de febrero de 2018

ALUMINIO EN EL SUELO: EVITANDO SU TOXICIDAD

ALUMINIO EN EL SUELO: EVITANDO SU TOXICIDAD

El aluminio es uno de los elementos más abundantes en el planeta. Aproximadamente el 7% de la masa de la tierra está formada por aluminio.
No esencial para el crecimiento de las plantas, el aluminio disponible o soluble puede ser tóxico para ellas, mientras que otras formas como aluminosilicatos y precipitados o formas de este metal elemental unido a ligando no son fitotóxicas.
Existen pruebas de suelo para determinar su nivel, siendo relevante evaluar el aluminio (Al+3) disponible o soluble.
El síntoma que revela toxicidad por presencia de aluminio en las plantas es el menor desarrollo de las raíces.
Generalmente el crecimiento de las raíces se reduce aproximadamente a la mitad de lo normal, pero esto varía de un cultivo a otro.
La reducción de masa radicular y longitud de raíces significa menor absorción de nutrientes, así como también la capacidad de absorber suficiente cantidad de agua.
Nutrientes esenciales para las plantas como azufre y fósforo tienden a unirse con el aluminio disponible.
El exceso de Al+3 en el suelo puede conducir a otros problemas nutricionales como: color pálido o descolorido, crecimiento marchito o raquítico, tallos finos o débiles y manchas necróticas.
El aluminio se encuentra más disponible para las plantas en suelos ácidos (suelos con pH muy bajo). Aquellos cultivos que prefieren suelos ácidos como los arándanos son más tolerantes al aluminio.
Suelos con pH por debajo de 6 (especialmente menor a 5), son mucho más propensos a tener exceso de aluminio y por lo tanto contienen niveles tóxicos para la mayoría de los cultivos.
La manera de evaluar el pH es por medio de análisis de suelo.
El umbral en el que el aluminio disponible o soluble (Al+3), en el suelo puede comenzar a dañar los cultivos es de aproximadamente 0.5 ppm. Son pocos los cultivos que toleran más de 1 ppm.
La reducción de aluminio en el suelo se logra a veces con yeso. Los cationes de calcio (Ca+2) del yeso compiten con los cationes de aluminio (Al+3), haciéndolos menos absorbibles por las plantas. Esta estrategia de neutralización del suelo corre el riesgo de contaminar cuencas hídricas.
La reducción del contenido de aluminio en la capa superficial del suelo se logra generalmente con la adición de cal agrícola elevando el pH a 5.5 o más.
Sin embargo si el Al es excesivamente abundante en el subsuelo o la capa superficial, este representa un serio riesgo para los cultivos.


La toxicidad por aluminio es un factor importante que limita el crecimiento de las plantas en suelos fuertemente ácidos por debajo de pH 5.0, pero puede ocurrir a un pH un poco más alto de 5,5. Este problema es muy serio en subsuelos extremadamente ácidos que son difíciles de encalar, intensificándose por fuertes aplicaciones de fertilizantes nitrogenados formadores de ácidos. La toxicidad por aluminio reduce la profundidad de las raíces, aumenta la susceptibilidad a la sequía y decrece la utilización de los nutrientes del subsuelo. El aluminio afecta el alargamiento de las raíces reduciendo la actividad mitótica. Las raíces dañadas por Al son cortas y quebradizas, los ápices radicales y raíces laterales se engruesan y adquieren una coloración marrón. Las raíces afectadas por Al son ineficientes en la absorción de agua y de nutrientes. En general, se ha encontrado que las plántulas jóvenes son más susceptibles al Al que las plantas viejas.
Los síntomas de las deficiencias de aluminio no se identifican fácilmente, ya que pueden confundirse con las deficiencias de P (enanismo, hojas pequeñas verde oscuro, maduración tardía; enrojecimiento del tallo, hojas y nervaduras, amarillamiento y muerte de los ápices foliares). En otras plantas la toxicidad por Al aparece como una deficiencia de Ca inducida o problemas de reducción de transporte de Ca (ocurre encrespamiento o enrollamiento de las hojas jóvenes y colapso de los ápices de crecimiento o pecíolos).
La toxicidad por aluminio se ha sugerido que comienza en los sitios de síntesis de polisacáridos. Los iones de Al se unen muy específicamente al mucilago por intercambio de absorción sobre los ácidos poliurónicos, formando complejos con las substancias pécticas y por la formación de formas polihidroxílicas, aumentando el número de átomos de aluminio por cargas positivas. El aluminio se adsorbe sobre los sitios que se unen a calcio en la superficie celular.
Se ha reportado también que el Al entra a la planta moviéndose dentro de las células meristemáticas vía cortex, pasando la barrera endodérmica. El catión polivalente Al se mueve por el apoplasto de las células corticales, pero puede entrar también a la estela a través del plasmalemma. Estudios ultraestructurales han demostrado que la máxima acumulación se produce en las células epidérmicas y corticales.
El aluminio interfiere con la absorción, transporte y uso de varios elementos esenciales incluyendo Cu, Zn, Ca, Mg, Mn, K, P y Fe. Cuando el pH está por debajo de 5,5 un antagonismo entre Ca y Al es probablemente el factor más importante que afecta la absorción de Ca por las plantas. Muchas especies vegetales y variedades varían ampliamente en su tolerancia a un exceso de Al en el medio de crecimiento. En varias especies, esas diferencias son controladas genéticamente. Las especies tolerantes al Al deben ser capaces de prevenir la absorción de un exceso de Al o detoxificar el Al después de haber sido absorbido. El aluminio causa también daños morfológicos a órganos vegetales. Afecta la fotosíntesis disminuyendo la concentración de clorofila, reduciendo el flujo de electrones. Retarda la actividad respiratoria y la síntesis proteica, se une al DNA y a núcleos celulares. Cuando se acumula en las raíces, inicialmente inhibe la actividad mitótica, posiblemente afectando la función integrada de control del meristema de la raíz.
La toxicidad del aluminio en suelos ácidos es de especial importancia, debido a la destrucción de componentes del ecosistema forestal. Se reduce el rendimiento de biomasa, el crecimiento de los árboles y la actividad de la microflora que degrada la hojarasca del suelo, convirtiéndola en humus.


El Aluminio y el Desarrollo Radical de los Cultivos
Se ha estimado que entre un 30 a 40 % de los suelos agrícolas del mundo tienen problemas de acidez, limitando el crecimiento y desarrollo de los cultivos. En suelos con pH menor a 5, el aluminio (Al) es un elemento perjudicial al solubilizarse en formas iónicas. Estas formas iónicas han demostrado ser muy tóxicas para las plantas, provocando inicialmente la inhibición de la elongación de las raíces. La forma Al3+ y polímeros del elemento son los más tóxicos dentro del suelo, mientras que los complejos orgánicos e inorgánicos del elemento son menos fitotóxicos.

El aluminio en el suelo

La corteza terrestre está compuesta por más de 15 % de  óxido de aluminio (Al2O3), el cual en condiciones neutras o alcalinas es poco soluble  y por tanto no alcanza concentraciones tóxicas para los vegetales; sin embargo, con la reducción del pH del suelo se incrementa su solubilidad, llegando a ocupar más de la mitad de los sitios de intercambio iónico en el suelo.  Como consecuencia se presentan deficiencias nutrimentales severas relacionadas a las bases (Ca, Mg y K) intercambiables y efectos tóxicos causados por los iones H+, Al3+ y Mn2+. Se tienen algunos parámetros para determinar la posibilidad de toxicidad por aluminio como es la relación (Ca+Mg+K)/Al, donde el aluminio presenta condiciones de toxicidad para la planta cuando el cociente es menor o igual a la unidad.

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